El artículo retoma la categoría de sociedad del espectáculo, propuesta por Debord y la interroga respecto a su funcionalidad política, particularmente ante la posibilidad de que el arte sea una experiencia emancipadora o liberadora, que permita poner en jaque al espectáculo como forma estética.Para esto, asume la idea de 'espectáculo' en dialogo critico con las perspectivas propuestas por Jauss yRancière. En primer lugar, repecto a la capacidad liberadora de la experiencia estética, y en segundo lugar, respecto a las posibilidades del espectador, como espectador emancipado.