En “La busca de Averroes”, valiéndose de la dificultad de hallar equivalentes en árabe para “comedia” y “tragedia” en la Poética de Aristóteles, insoluble para el gran filósofo musulmán, Borges ofrece un ejercicio de ironía melancólica que anuda múltiples motivos: la traducción, por cierto, y los mundos de lenguas y culturas y creencias cuya comunicación debe hacer posible, las aporías y los puntos ciegos a las que esta tarea se ve enfrentada, la extrañeza de la experiencia, la condición de exilio que quizá es lo único común a todas y todos los hablantes. En este breve ensayo se intenta seguir la pista de esos motivos y ser fiel al modo problemático en que cada uno de ellos se presenta.