
La interpretación de los sueños (1900 [1899]) ocupa un lugar nodal en la enrevesada genealogía del comprender en Occidente. Algunas de sus principales lecturas han puesto el énfasis en el concepto de lenguaje y su analogía estructural con lo inconsciente. Sin cuestionar la validez de estas lecturas, se propone una lectura –no excluyente, sino alternativa– que parte, por un lado, de la noción de lengua y, por el otro, de aquella de imagen del pensar.