Michael Hardt y Antonio Negri han pensado el estado de cosas resultante del proceso globalizador, -acelerado desde el fin de la guerra fría-, desde la noción de Imperio, confrontándola a la de imperialismo económico -la cual estaría obsoleta desde la caída del bloque comunista. Ahora bien, si, con Negri y Hardt, puede afirmarse el carácter no imperialista sino imperial del Imperio actualmente existente y, también con Negri y Hardt, debe reconocerse el carácter acosmista, de riesgo constante de las intervenciones y de desigualdad en las imposiciones y reestructuraciones de este nuestro Imperio, lo que no puede ser admitido desde el materialismo filosófico es la renuncia al entendimiento dialéctico del momento histórico presente para introducir como sucedáneo sustitutivo las nociones deleuzianas de diferencia y repetición.